jueves, 13 de diciembre de 2007

Decadencia

Hace un par de años una señora me contó una vivencia similar a la que relato enseguida. Me impactó mucho y decidí escribirla dándole un carácter más personal. .Lógicamente los personajes son ficticios, menos la figura del tristemente celebre "guatón" Romo. El desprecio de una sociedad por este personaje queda de manifiesto en este pequeño relato y en la sobrecogedora soledad en que fueron realizados sus funerales hace apenas algunas semanas.


José Bustos Barra



-Sabe, abuelita, con suerte la atienden hoy- le habló el camillero de la posta pública a mi abuela, después de estar esperando por casi dos horas. -Está bien -dijo mi abuela y agregó- Parece que ya se me pasó el ataque de asma-. - Pero… cómo, abuelita, ¡nos tienen que atender!- le respondí tratando de convencerme. -No, menos hoy, estamos esperando otro paciente- me insistió el camillero. -¡No pienso moverme de este asiento!- le respondí, ahora más enérgicamente. -Bueno, si quiere esperar, es asunto suyo. -El camillero tomó una silla de ruedas que estaba en el pasillo y se perdió en medio de enfermeras, tanques de oxígeno y otras camillas que se encontraban vacías. -Abuelita, parece que vamos a tener que seguir esperando. Ella me miró, entre aburrida y dormitando.-Esperemos un ratito más- me dijo y siguió sentada.

-Las postas públicas son todas iguales, lo atienden a uno cuando se les da la gana, no existe la menor deferencia ni con una anciana- continuaba pensando, mientras en la televisión de la sala de espera pasaban las noticias de la tarde y las personas que ahí se encontraban, se iban hipnotizando y olvidando de sus dolencias.

Transcurrieron algunos minutos más de tediosa espera, cuando en la entrada principal de la posta, se detuvo primero, una patrulla de Carabineros y luego, tras la patrulla, una ambulancia. Se bajaron primero los pacos, eran unos cinco, y se pusieron en una actitud expectante a la entrada del edificio, mientras pedían que las personas que se encontraban cerca de la misteriosa ambulancia se alejaran. Luego, de la ambulancia se bajaron dos tipos de blanco, camilleros o enfermeros seguro, que ayudaban a un viejito a salir del interior. -Para eso tanto escándalo- pensé en voz alta. -¡Llegó el esperado paciente!- exclamó el camillero con el que habíamos estado conversando casi una hora antes y corrió para ayudar.

El paciente era un viejo de cabello corto y cano, usaba unos lentes que lo hacían ver aún más anciano y su ropa era sencilla, un poco anticuada, pero lo que llamaba más atención era que tenía una de sus piernas vendadas. Entre todos los camilleros lo hicieron caminar a paso lento mientras el veterano hacía muecas de dolor. Una de las enfermeras, mirándolo con desprecio salió al encuentro del anciano y lo condujo a una de las salas para que fuera atendido. -Parece que este se muere luego- dijo otra enfermera que se encontraba a mi lado.

-Está jodi´o el "guatón"- dijo otro de los camilleros. -Ojalá se muera luego- sentenció una señora que pasaba una escoba por el piso. -Está muy mal de la pierna, la diabetes es así- agregó otra enfermera.Yo, observaba silencioso y escuchaba el revuelo que aquel miserable anciano había producido. -¿Cómo que el "guatón"?- interrogué al camillero. -Sí… ¿no ve que era el "guatón" Romo? Parece que tiene la pierna mala. Me volví a quedar en silencio, sin entender nada, mientras los camilleros, la enfermera y la señora del aseo continuaban hablando, al tiempo que miraban con más desprecio la puerta de la sala donde supuestamente estaba el "guatón". En eso me acordé…-¡¡¡Claro, el "guatón" Romo, el torturador, el agente de Pinochet!!!- Sí poh, ¿quién pensaba que era, el "viejito pascuero"? -me respondió la señora del aseo.


Nuevamente me volví a quedar en silencio, pensando. En eso me acordé de mi abuela. Ella seguía dormitando. La moví un poco y despertó.-¿Qué pasó?- reaccionó la viejita.-Nada- le respondí- Es sólo el "guatón" Romo- le expliqué-. Ese señor ahora no se ve tan fiero y parece que se muere luego-le comenté. Ella me miró sin entender mucho y me dijo -Mejor nos vamos, ya se me acabó el ataque de asma y tal vez ese caballero "gordo" Romo necesite una atención más urgente que yo.Tomé a mi abuela del brazo, la ayudé a incorporarse y miré por última vez la puerta de la sala donde se suponía estaría el "guatón" Romo. -Ya no se ve tan fiero como antes- pensé nuevamente, mientras salía por la puerta custodiada por carabineros.

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