jueves, 29 de enero de 2009

Un mito para tus ojos

José Bustos B.

Desde el principio han existido los creadores de todo lo que hay en el cielo y el la tierra. Ellos también eran los encargados de crear a cada hombre y mujer. Así era desde el principio y así es hasta hoy.

Ellos eran el Sol, la Luna y la Tierra. Cada vez que creaban algún hombre o una mujer querían resaltar alguna característica particular de su cuerpo. Ellos decían:

-Hagamos a este niño- y al mismo tiempo se preguntaban:
-¿Pero que particularidad daremos para él?-.

Es por eso que las personas son diferentes entre sí, debido a que nuestros creadores se preocupaban de cada hombre y mujer de manera especial, y de colocar en cada cuerpo humano alguna señal de divinidad.

Cierta vez, los creadores de todo lo que existe en el cielo y en la tierra, habían creado un cuerpo para dar vida a una niña. Los tres comenzaron a discutir sobre cual sería la característica que darían para ella. El Sol comenzó con las propuestas:

- Deberíamos resaltar en ella los cabellos para que sean reflejo de mi identidad de Sol-.

La Luna que era menos egocéntrica propuso:

- Pienso que deberíamos destacar en ella la cara, para sea clara, una luz en este mundo muchas veces en tinieblas-.

La Tierra influenciada por los árboles propuso que se destacaran los brazos y las manos:

- Que sean suaves y delgadas- dijo.

Así discutían los creadores de todo lo que existe en el cielo y en la tierra, sin preocuparse del tiempo, ya que para ellos no existen esas medidas.

La Tierra que guardaba en su interior diversos minerales y piedras preciosas, decidió presentar a sus compañeros dos cristales que había reservado para alguna ocasión especial. Mostrándolos a Sol y la Luna dijo:

- He conservado por largo tiempo estos cristales en mis entrañas y me gustaría usarlos para resaltar los ojos de esta niña-.

El Sol y la Luna quedaron conmovidos por aquel acto de generosidad y aceptaron:

- Está bien- dijeron – Pero creemos que todavía esos hermosos cristales necesitan algunos ajustes-.

La Luna fue la primera que quiso contribuir y dijo:

- Tengo unas colaboradoras que se llaman estrellas, y cuando les doy una orden ella obedecen inmediatamente.

Entonces, la Luna escogió a dos de sus estrellas más brillantes y las mandó para que se quedasen en el centro de cada uno de los cristales. Así las estrellas se convirtieron en dos luminosas pupilas.

El Sol que contemplaba desde lejos estos acontecimientos, quiso hacer también un aporte:

- Me gusta como están quedando esos ojos- aprobó – Pero creo que necesitan un brillo más especial todavía-.

El Sol que era el más luminoso de los astros, envió algunos rayos a posarse y permanecer sobre los ojos que entre los tres habían creado.

Los creadores de todo lo que hay en el cielo y en la tierra, estaban muy satisfechos con su trabajo y comenzaron a alborotarse y hacer fiesta. Ese día el Sol salió varias veces y la Luna comenzó a danzar a su alrededor provocando varios eclipses. La Tierra por su parte se vistió con las plantas y los árboles más exóticos que encontró, y queriendo danzar como la Luna provocó varios terremotos que asustaron mucho a los hombres y mujeres que habitan en ella. Es por eso que cada vez que la Tierra está animada se producen esos fuertes temblores. Eso sucede hasta hoy.

Así es como fueron creados tus ojos. En una confabulación entre el Sol, la Luna y la Tierra. La misma que me fue relatando lentamente esta historia.