viernes, 30 de noviembre de 2007

Filosofía Gatuna



José Bustos Barra

¡Chita! Otra noche más de lo mismo. Yo sentado en una ubicación preferencial mientras la misma vieja de ayer y anteayer realiza el ritual cotidiano de desvestirse antes de la ducha y acostarse a dormir. Yo, religiosamente sentado, mirando como otras tantas veces lo ya conocido. ¡Eso se llama ser caliente! O tal vez será mi instinto o una forma diferente de canalizar mis apetencias sexuales.

Esta actividad cotidiana es la antesala de una larga noche de vagancia por diferentes callejones y lugares de poca monta. No hay alternativa posible y para un tipo de animal en las sombras es una especie de karma. Es verdad, aunque suene psiútico y fingido. En realidad no solamente me caliento mirando cuarentonas empelota, también tengo mis amores o mis pasiones reales, aunque últimamente me ha costado un poco abastecerme de hembras que quieran aventurarse conmigo en algún encuentro furtivo. ¡Y tienen razón! Mi debilidad es la carne. No hay otra cosa que me guste más que la carne jugosa y variada. ¡De diversos cortes diríamos en términos carniceros!

De todas formas siempre estás noches de asueto terminan en lo mismo. Aparecen de entre las sombras mis enemigos y terminan golpeándome salvajemente. En realidad no siempre. Existen noches sublimes en que el placer es la tónica de todas esas horas de vida noctambula. Pero cuando las cosas andan mal o la luna no sé que efecto produce no sólo en mí sino también en mis adversarios, todo termina en un baño de sangre, de sangre no sólo mía sino que también de ellos. Mis hambrientos adversarios de los lupanares. Ellos son tipos sin clase, criados en la calle y condenados a vivir las peores situaciones sin tener nunca un sitio estable en el cual descansar los trajinados huesos. Viviendo de la caridad o de los desechos que les arrojan. ¡¡Son unos miserables!!!

Yo en cambio he gozado de todos los cuidados que un tipo de mi especie puede desear; alimentación, un espacio caliente donde dormir, y el cariño incondicional de otros. ¿Qué más se puede pedir? Pero en la calle, completamente solo debo valerme para poder resistir los embates de aquellos mal nacidos. Sin chistar y considerando que esto es sólo lo que podríamos denominar "gajes del oficio" de un Don Juan retorcido y taciturno como yo.

Sin embargo, soy un privilegiado por poder invertir todo mi tiempo en saciar mis apetitos, mientras que otros deben gastar todos sus días haciendo esfuerzos por sobrevivir y no morir de hambre. La vida es la puta más veleidosa que jamás he conocido. ¡No siempre se acuesta con el mejor postor!

Seguramente se estarán preguntando quienes son esos que me cuidan. Me han tendido una mano sin pedir nada a cambio ¿serán tontos? Se preocupan por mí casi hasta la neurosis. ¿Cosa rara verdad? Mientras yo una especie de psicópata de buena clase me paseo por los peores lugares buscando esas "mininas" para pasar un rato agradable. Sepan que en esos menesteres no me a ido tan mal. Por lo menos una vez por semana "salta la liebre"!! Y yo tengo la escopeta lista para dispararla sin compasiones.

Hace un tiempo un amigo chapado a la antigua me dijo que a las minas había que respetarlas, y que él siguiendo ese principio nunca se había metido con ninguna. ¡Yo lo encuentro insólito! Si entiende por faltarle el respeto a una mina el agarrarla y hacerle todo tipo de arrumacos ¡¡está gueón de la cabeza!! - ¡A las minas les gusta que le falten el respeto. Compadrito! Le dije, mientras me miraba espantado. En fin en materia de diversidad de criterio soy bastante respetuoso.

En realidad no es fácil ser una especie de hijo pródigo posmoderno, que vuelve a su casa después de cada noche. El trasnoche es lo peor, sobre todo cuando los días son abrumadoramente calurosos y uno debe hacer todo tipo de acrobacias para poder capearlos. He pasado largar horas tendido en el piso frío intentando traspasar algo de frescor a mi piel.

Al parecer hoy sólo será una de esas noches en que todo esté tranquilo y no quede otra cosa más que ponerme a filosofar o a cantarle a la luna alguna melodía de sirena. Hay noches y noches!! Hoy tranquilamente bajaré de este tejado, entraré a mi casa por el vidrio roto y me tomaré toda la leche fresquita y… a dormir se a dicho.

jueves, 22 de noviembre de 2007