José Bustos B.

Es verdad que te llamé
una noche
cuando le hablé de frente
a la cara oscura de la luna.
Es cierto que me bebí entera
la desolación de tus labios
y me inundé con un sorbo
de tu misterio insondable.
De tí no existe vino
que pueda saberme amargo
ni el brebaje de tu ausencia
ni el mustio licor de tu silencio.